Un proyecto europeo aporta un nuevo punto de vista sobre el cambio climático y la inocuidad de los alimentos

Esta es la principal recomendación del proyecto financiado con fondos de la Unión Europea VEG-I-TRADE, puesto en marcha en 2010 con la intención de evaluar la seguridad de los alimentos frescos en un contexto de cambio climático y aumento del comercio internacional en rápida evolución.

«El calentamiento global se asocia a menudo con otros retos pertenecientes al ámbito de la seguridad alimentaria como la producción de alimentos suficientes para alimentar a la población del planeta», declaró la Dra. Mieke Uyttendaele de la Universidad de Gante (Bélgica) y coordinadora del proyecto. «No obstante, se subestima el impacto que puede tener en la inocuidad de los alimentos».

Los estudios realizados por el equipo de VEG-I-TRADE sacaron a la luz que en la ecología microbiana vegetal influye una red de interacciones complejas entramada por factores climáticos, medioambientales, biológicos, técnicos y culturales. La modificación de uno de los factores puede provocar cambios en la red al completo e influir en la inocuidad de los alimentos frescos.

El proyecto generó resultados de gran calado como por ejemplo una lista de recomendaciones y descubrimientos que ya han servido a autoridades nacionales competentes, asociaciones industriales y empresas privadas para reforzar sus directrices o para plantear posibilidades de adaptación a fin de aumentar el grado de seguridad que ofrecen los alimentos frescos.

«En términos generales, VEG-I-TRADE enriqueció el debate y creó una red multidisciplinaria de profesionales que se mantendrá activa en sucesivas colaboraciones internacionales», aclaró la Dra. Uyttendaele. «Varios de los resultados ofrecidos están disponibles en forma de módulos de aprendizaje a distancia para su empleo en cursos de formación a escala local y mundial».

La labor de los socios del proyecto tanto de dentro como de fuera de la UE se puso en marcha con la obtención de muestras obtenidas sobre el terreno y el empleo de una herramienta de autoevaluación mediante la que realizar un seguimiento de buenas prácticas y sistemas de gestión aplicados durante las fases de producción primaria, procesamiento o comercialización. «Se documentaron, por ejemplo, las ventajas y los inconvenientes de varias tecnologías de tratamiento de aguas. Además de la gestión del agua, se abordaron otros temas como la higiene personal, la documentación y el mantenimiento de registros, el almacenamiento y el transporte», explicó la Dra. Uyttendaele.

Los resultados del estudio sobre los proveedores se publicaron recientemente. En ellos se reflejan temas clave como la necesidad de buscar estrategias de reciclado del agua que no supongan un menoscabo para la inocuidad de los alimentos. Los estándares normativos y de certificación se consideran tanto catalizadores de buenas prácticas como barreras no arancelarias al comercio, y se señaló la necesidad de contar con evaluaciones basadas en la ciencia.

Se puede destacar de la base de datos de resultados de VEG-I-TRADE que una concentración elevada de E. coli supone una mayor probabilidad de encontrar bacterias patógenas como Salmonella. No obstante, la presencia y la concentración de E. coli en el agua de riego y los alimentos recolectados es distinta en función de las circunstancias de cada emplazamiento. «Si bien resulta útil crear indicadores de concentraciones límite de E. coli para advertir a los productores de una situación de riesgo, desde el proyecto se recomienda que se creen teniendo en cuenta la situación sobre el terreno», concedió la Dra. Uyttendaele.

VEG-I-TRADE finalizó oficialmente en abril de 2014, los resultados del proyecto tendrán un impacto duradero y positivo sobre la inocuidad de los alimentos. Varios miembros del consorcio participaron en la redacción de las «Opiniones de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (AESA)» en 2013 y 2014 dedicadas al riesgo que suponen los patógenos en alimentos de origen distinto al animal, además de contribuir a la revisión de los códigos de prácticas relativos a los alimentos frescos del Codex Alimentarius de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los socios del proyecto se involucraron también en las nuevas recomendaciones de la UE aún en proceso de redacción con las que garantizar la higiene y la inocuidad en la producción de alimentos frescos.

Fuente: CORDIS

Las enfermedades transmitidas por los alimentos pueden aumentar con el cambio climático

Expertos del Departamento de Calidad y Seguridad Alimentaria de la Facultad de Bioingeniería de la Universidad de Gante (Bélgica), consideran que las investigaciones que relacionan la seguridad alimentaria y el cambio climático son relativamente novedosas, es una línea de trabajo en la que hay que profundizar, ya que la nueva situación climática provocará cambios que afectarán a la seguridad de los alimentos.

A medida que aumente la temperatura del planeta y se produzcan cambios en las precipitaciones, se modificará la distribución de las plagas y los microorganismos patógenos, así como el crecimiento de moho, hongos y la producción de micotoxinas (aflatoxinas), un tipo de sustancias tóxicas generadas por distintos tipos de hongos que proliferan en los cultivos que sufren sequías persistentes, o en el caso contrario, periodos prolongados de alta humedad. Los expertos también comentan sobre los problemas con algunas especies marinas y mariscos, en este último caso a causa de la proliferación de algas que son perjudiciales.
El cambio climático va a provocar una nueva configuración del escenario de producción de alimentos del planeta y con ello, se puede producir un incremento de las enfermedades transmitidas por los alimentos. Los expertos explican que será todo un desafío para la eficacia de los sistemas de gestión de seguridad alimentaria en un futuro cercano, la climatología juega un papel determinante en la presencia de patógenos en los alimentos.

En este sentido destaca el proyecto Veg-i-Trade, proyecto de investigación financiado por la UE para estudiar la relación entre cambio climático y enfermedades transmitidas por alimentos, se ha convertido en una de las principales fuentes de información en este área. Este proyecto ha sido financiado bajo el paraguas del Séptimo Programa Marco Para La Investigación del Impacto de la globalización y el Cambio Climático en la Seguridad de Frutas y Hortalizas, en él se trabaja para evaluar la relación de las previsiones sobre el impacto del cambio climático y la globalización alimentaria.

En la página web de este proyecto nos explican que los productos frescos como las frutas rojas, las hortalizas, los tomates, etc., son una parte importante en una dieta saludable, se espera que el consumo de estos alimentos se incremente en los próximos años. Pero debido a la aparición de enfermedades y la previsión de nuevas amenazas para la seguridad alimentaria, la preocupación se ha hecho notar a nivel nacional, europeo e internacional. Veg-i-Trade es una respuesta, una plataforma que permite identificar los posibles efectos en la relación cambio climático, globalización del comercio y seguridad alimentaria. El proyecto se centra especialmente en la seguridad microbiana y en la seguridad de los residuos de pesticidas, se proyectan posibles escenarios medioambientales y cómo van a afectar al comercio de alimentos a nivel europeo y mundial.

Según explican los expertos de la Universidad de Gante, en el proyecto Veg-i-Trade se ha llegado a la conclusión de que la etapa de la pre-cosecha en la producción alimentaria es la que tiene mayor riesgo de contaminación por patógenos como la Salmonella o la E. coli, pero también se incrementa el riesgo en etapas posteriores como el transporte, el almacenamiento y el procesado de los alimentos, algo que en principio se realiza en ambientes más controlados. Otro riesgo es el incremento del uso de pesticidas a consecuencia de nuevas plagas que se pueden desarrollar de un modo distinto a causa de la susceptibilidad de las plantas, también hay que tener en cuenta como va a afectar la contaminación ambiental, tanto en el rendimiento como en la proliferación de plagas y microorganismos.

Los investigadores explican que el cambio climático podría afectar a la seguridad alimentaria a través de muchas vías, consideran que es necesario llevar a cabo más investigaciones y análisis estadísticos sobre lo que puede ocurrir en distintos escenarios climatológicos para poder obtener evidencias y prepararse para los cambios que se avecinan. Prever lo que puede ocurrir puede dar una idea de la situación futura y de cómo las próximas generaciones deben adaptarse al nuevo escenario.

Los expertos consideran que es prioritario que las empresas y las comunidades a nivel local o nacional lleven a cabo estrategias que permitan superar estos problemas, la razón es que los escenarios climáticos serán diferentes en cada zona del planeta. En este caso merece la pena recordar que la FAO explicaba que en la producción de alimentos se debe tener en cuenta el cambio climático, sin embargo, como explicábamos aquí, las grandes compañías de alimentación toman pocas medidas contra el cambio climático, a pesar de que el problema les afectará de forma directa.

Parece que se perfila un panorama bastante lamentable, mayor número de bocas para alimentar en el año 2050, menor rendimiento de los cultivos, cambios en el mapa mundial de la producción de alimentos, etc. Podéis conocer más detalles del estudio a través de este artículo publicado en Food Research International.

Fuente: Gastronomía & CIA